En un día como hoy, el mundo del atletismo recuerda a la alemana Rosemarie Ackermann, la mujer que rompió siete veces el récord mundial de salto de altura en pista abierta y otras tres ocasiones en el formato bajo techo; la primera mujer del mundo que voló por encima de los 2.00 meros y en especial, la última gran atleta que conservó las antiguas técnicas del salto de altura.
Rosemarie, nacida el 4 de abril de 1952 en Sajonia, Alemania, tenía sólo 16 años cuando la Guerra Fría mantenía dividido a su país desde la capital, Berlín, entre Este (Democrático) y Oeste (Federal) y entonces logró la clasificación para representar a la República Democrática Alemana en los Juegos Olímpicos de México 1968. En su debut olímpico, logró una marca de 1.71m, nada despreciable para una juvenil en pleno desarrollo.
En aquella justa olímpica, el estadounidense Dick Fosbury ganó el salto de altura varonil con una técnica que hasta hoy lleva su nombre y consiste en saltar hasta cruzar de espaldas la varilla. Aún cuando la germana vio en persona esa nueva manera de competir, se mantuvo siempre con el salto llamado rodillo ventral; es decir, pasar de frente al obstáculo.
Rosemarie siempre se mantuvo fiel a la antigua técnica para este salto vertical del atletismo. En agosto de 1974 igualó el récord mundial que era de 1.94m y dos semanas después lo rompió al convertirse en Campeona Europea, con una marca de 1.95m, pero la varilla aún tenía mucho por subir.
En 1976 mejoró su propia marca del orbe por un centímetro (1.96m). En ese año, Rosemarie Witschas se casó con el jugador de balonmano Manfred Ackermann y así cambió de apellido; meses después se convirtió en Campeona Olímpica en los Juegos de Montreal 1976 con una marca de 1.93m que fue un nuevo Récord Olímpico, aún con la vieja técnica para atacar la varilla.
Pero su mejor temporada fue la de 1977, cuando el 14 de agosto hizo de nueva cuenta una nueva marca del orbe con 1.97m en la Copa de Europa de Helsinki, Finlandia y el 26 de agosto de ese año, en Berlín Oeste, fue la primera mujer que surcó las alturas en 2.00 metros, es decir: 25 centímetros por encima de su propia estatura.
Su marca duró hasta la siguiente temporada, cuando la italiana Sara Simeoni mejoró el registro con 2.01m y en aquella ocasión Simeoni usó la técnica Fosbury Flop para dejar en claro que este nuevo estilo había desbancado aquel con el que Rosemarie logró distintas hazañas por los aires.
Con el estilo de rodillo ventral, Ackermann fue además tres veces Campeona Europea en el formato bajo techo (1975, 1975 y 1976) y rompió en dos ocasiones el récord mundial indoor.
Hace 43 años, Rosemarie fue la pionera que conquistó alturas inimaginadas para las mujeres y aunque su técnica de competencia quedó obsoleta, en las estadísticas y las pistas atléticas donde marcó sus pasos al éxito queda marcado el camino de la primera mujer que mostró lo lejos que una saltadora podía llegar.
Desde la estadounidense Nancy Vorhees con su 1.46m en 1922, hasta el actual récord mundial del evento que desde hace 33 años posee la búlgara Stefka Kostadinova y es de 2.09m (logrado el 30 de agosto de 1987) el salto de altura femenil ha evolucionado con el deseo de que después de la pandemia del coronavirus, nuevos nombres logren nuevas marcas para seguir en la conquista de las alturas.
Mexicanas destacadas
En México, la mujer con más palmarés en el salto de altura es hasta hoy la veracruzana Romary Rifka, quien aún posee el récord mexicano del evento con un salto de 1.97m realizado en abril del año olímpico 2004. Rifka García es la única mujer mexicana que ha ganado un oro en el salto de altura en unos Juegos Panamericanos y lo hizo en la edición de Río de Janeiro, Brasil, en 2007, donde ganó con una marca de 1.95m; cuatro años después, en la justa continental de Guadalajara 2011 también contendió y se llevó la presea de bronce con 1.89m.
Después de Romary surgió Ximena Esquivel Subcampeona Mundial Sub20 de esta disciplina y quien posee todos los récords nacionales desde categorías infantiles, hasta Sub23, pero está en busca de dejar su nombre en el que todavía ostenta Romary RIfka.