¿Sabes lo que pasa en el cuerpo de un corredor?

Un corredor es de los deportistas que más esfuerzo hacen con todo el cuerpo. A medida que practican este deporte, sus músculos se van desarrollando de distinta manera que el resto de las personas. Es por eso que te vamos a describir lo que pasa en el cuerpo de un corredor.

Todo lo que implica ser un corredor

Es poner un pie delante del otro. Así cientos, miles de veces, hasta que hayamos llegado a nuestro destino. Así de sencillo se podría explicar el hecho de correr , pero lo cierto es que a nivel corporal, nuestro organismo sufre muchos cambios. Todos son muy interesantes de conocer para saber de dónde vienen esas sensaciones universales que sentimos al correr.

Al correr

En el cuerpo en reposo, el corazón late a un ritmo normal, de entre 60 y 70 pulsaciones por minuto. La musculatura está a una temperatura habitual, que ronda los 36 grados centígrados.

Esto comienza a cambiar cuando comenzamos el ritual obligatorio antes de correr: el calentamiento. El calentamiento busca precisamente ir poniendo a nuestro cuerpo en alerta para que vaya activando los mecanismos necesarios para comenzar una actividad deportiva mínimamente exigente. La temperatura corporal comienza a aumentar levemente, así como el ritmo cardiaco, que va subiendo poco a poco para conseguir oxigenar a nuestros músculos más exigidos. Las articulaciones se mueven y, de esta forma, se “engrasan” con un líquido lubricante. Asimismo, nuestros tendones y ligamentos también ganan temperatura, y con ella más elasticidad y flexibilidad. También comienza a acelerarse nuestro ritmo respiratorio y el cuerpo ya se encuentra dispuesto para comenzar a correr.

Los síntomas del calentamiento se acentúan. El ritmo cardiaco suele subir a más del 70% de nuestro máximo, para poder mandar oxígeno a todo nuestro cuerpo. La musculatura, por su parte, emite sustancias químicas que luego servirán para su posterior desarrollo, así como para la metabolización de las grasas.

El oxígeno consumido comienza a convertirse en desechos, en forma de CO2. Comenzamos a sudar, un mecanismo de protección del cuerpo para evitar subidas de temperatura que comprometan su estabilidad.

El cerebro también comienza a liberar las famosas endorfinas. Son unos neurotransmisores que provocan una sensación de bienestar en el cuerpo y sirven para paliar el dolor muscular del corredor.

Después de correr

La sangre tendrá un aumento en el nivel de oxígeno. Nuestros músculos son capaces de consumir el azúcar presente en nuestro riego sanguíneo. Nuestra sangre tiene unos niveles más bajos de azúcar, lo cual es positivo para que nuestro páncreas tenga que producir menos insulina para mantener el nivel glucémico bajo control.

Aumenta la presencia de la Creatina Quinasa, que es la sustancia que se encarga de reparar el daño muscular, de forma que podamos recuperarnos del desgate muscular sufrido. También aumentan los niveles de aspartato aminostransferasa, debido al daño sufrido por nuestros tejidos.

Nuestros pulmones van volviendo a sus niveles de movimiento de oxígeno normales y nuestro corazón comienza a bajar el nivel de pulsaciones de forma progresiva.

Las endorfinas, nos otorgan una agradable sensación de bienestar general que se va ampliando y generalizando si el ejercicio lo realizamos de manera continuada en el tiempo.

El ser corredor beneficia enormemente nuestro cuerpo en todos los sentidos. Es por ello que entrenar con profesionales, siempre es una garantía para hacerlo bien.